Sol en el taller. Sol de invierno. Ronroneo mientras trabajo.
Paro un momento para fotografiar la cartera que estoy haciendo: la piel más sutil flota en el exterior, y le he dado un tratamiento suavemente nacarado. Es blanda, móvil, acolchada, puedes descansar la cabeza como en un cojín. Pero por dentro es sólida, toda ella de la misma gruesa piel de ternera negra del asa que sujeta el conjunto. Es así porque está concebida para una bailarina.
Al anochecer la entrego y apenas me da tiempo a hacerle un par de malas fotos para archivo. Da igual.
¡Felicidades, Miriam! Qué fiesta más cariñosa.
Fotografía: ello.
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